¿EXISTE LA NACIÓN ANDALUZA?
Hemos podido ver, a lo largo del texto, diferentes características que definen a Andalucía como “algo” diferente a España. Esos rasgos especiales que nos connotan como pueblo no son sino algo patente, que todos y cada uno de nosotros puede comprobar por sí mismo, desde el primero al último. Por tanto, ¿podríamos concluir que Andalucía es una nación? La respuesta es que sí. Lo es, con todo lo que conlleva. Por tanto, ese es el camino que debe tomar ahora la política andaluza y, sobre todo, el debilitado y descompuesto movimiento nacionalista. Ha llegado la hora de que todos los defensores de la nación andaluza se unan, más allá de ideologías, para conformar un verdadero bloque de acción. Un bloque que ponga a todos en su sitio y reclame el lugar que Andalucía debería ocupar en estos momentos en el Estado español.
Andalucía es uno de los lugares más pobres de España, e incluso de Europa. Si miramos hacia atrás, sólo tendremos a Extremadura, Ceuta y Melilla, mientras que delante se encuentra el resto de territorios del Estado, algunos de ellos en una posición que para nosotros será inalcanzable en décadas. Ese es el problema andaluz, y por eso el nacionalismo andaluz no está bien reconocido y se nos presenta como una ideología que no recibe el respeto que merece, no ya por el españolismo, sino por el resto de nacionalismos peninsulares. No es raro oír a un vasco o un catalán hablar de los andaluces como gente vaga e inculta, cuando saben perfectamente que su economía creció gracias a la emigración, tanto andaluza como gallega. Tal vez sea Galicia el pueblo más cercano a nosotros, con la única diferencia de la lengua y las manifestaciones culturales, pero actualmente con unas características sociales y económicas bastante similares.
Por tanto, hemos llegado a la conclusión de que la nación andaluza existe, y como tal debe ser reconocida. Pero, para conseguir esta meta, necesitamos de un movimiento nacionalista unido, que trabaje por y para el pueblo andaluz y, una vez logrado el arraigo entre la ciudadanía y conseguida una mejora socioeconómica con respecto a la situación actual, vuelva a dar a Andalucía la voz que siempre debió tener y de la cual nos han desposeído.
Andalucía es uno de los lugares más pobres de España, e incluso de Europa. Si miramos hacia atrás, sólo tendremos a Extremadura, Ceuta y Melilla, mientras que delante se encuentra el resto de territorios del Estado, algunos de ellos en una posición que para nosotros será inalcanzable en décadas. Ese es el problema andaluz, y por eso el nacionalismo andaluz no está bien reconocido y se nos presenta como una ideología que no recibe el respeto que merece, no ya por el españolismo, sino por el resto de nacionalismos peninsulares. No es raro oír a un vasco o un catalán hablar de los andaluces como gente vaga e inculta, cuando saben perfectamente que su economía creció gracias a la emigración, tanto andaluza como gallega. Tal vez sea Galicia el pueblo más cercano a nosotros, con la única diferencia de la lengua y las manifestaciones culturales, pero actualmente con unas características sociales y económicas bastante similares.
Por tanto, hemos llegado a la conclusión de que la nación andaluza existe, y como tal debe ser reconocida. Pero, para conseguir esta meta, necesitamos de un movimiento nacionalista unido, que trabaje por y para el pueblo andaluz y, una vez logrado el arraigo entre la ciudadanía y conseguida una mejora socioeconómica con respecto a la situación actual, vuelva a dar a Andalucía la voz que siempre debió tener y de la cual nos han desposeído.