EL NACIONALISMO ANDALUZ
Hay una pregunta un tanto curiosa por lo absurdo de su esencia. Cuando se habla de nacionalismo andaluz, se tiende a formular la siguiente cuestión. ¿Es un nacionalismo político? Pues claro. Todos los nacionalismos son políticos. Ahora bien, una vez establecido que Andalucía es una nación, toca el momento de ver qué quiere ser Andalucía. ¿Es el nacionalismo andaluz un movimiento independentista? No. Al menos, no en su mayoría. De hecho, los independentistas son un porcentaje escaso entre los nacionalistas andaluces.
Ahora bien, eso no significa que Andalucía quiera este modelo de Estado. Y no lo quiere, porque no tiene ningún papel en estos momentos. Por tanto, la nación andaluza reivindica un trato, cuanto menos, igual que el resto de territorios del Estado, objetivo que se lograría cambiando el modelo de Estado hacia un federalismo simétrico con mecanismos de solidaridad entre los territorios. ¿Acaso no era esto lo que propugnaba Blas Infante en su Ideal Andaluz? Claro que sí. Incluso sería aceptable una confederación de Estados, siempre que continúen esos mecanismos solidarios. Siempre se ha relacionado nacionalismo con egoísmo, y Andalucía tiene la oportunidad de ser, por fin, la excepción a la regla. La que proponga un nacionalismo nuevo y construya un Estado español respetuoso e integrador con las identidades. De este modo, Andalucía no dejará nunca de ser un referente en España, y tendrá el papel que merece. Una identidad reconocida y respetada, libre de los prejuicios que se nos vierten desde el norte y, sobre todo, un estatus social y político igual que el resto de territorios del Estado.
Frente a la depredación insaciable de otros nacionalismos que pecan de egoístas, el andaluz propone solidaridad y cooperación entre todos los pueblos estatales. Es este el nacionalismo andaluz en su mayoría, y desde esta base de solidaridad unida a la reivindicación de lo propio se debe construir ese proceso por el que la nación andaluza sea tenida en cuenta por todos los pueblos de España.
Ahora bien, eso no significa que Andalucía quiera este modelo de Estado. Y no lo quiere, porque no tiene ningún papel en estos momentos. Por tanto, la nación andaluza reivindica un trato, cuanto menos, igual que el resto de territorios del Estado, objetivo que se lograría cambiando el modelo de Estado hacia un federalismo simétrico con mecanismos de solidaridad entre los territorios. ¿Acaso no era esto lo que propugnaba Blas Infante en su Ideal Andaluz? Claro que sí. Incluso sería aceptable una confederación de Estados, siempre que continúen esos mecanismos solidarios. Siempre se ha relacionado nacionalismo con egoísmo, y Andalucía tiene la oportunidad de ser, por fin, la excepción a la regla. La que proponga un nacionalismo nuevo y construya un Estado español respetuoso e integrador con las identidades. De este modo, Andalucía no dejará nunca de ser un referente en España, y tendrá el papel que merece. Una identidad reconocida y respetada, libre de los prejuicios que se nos vierten desde el norte y, sobre todo, un estatus social y político igual que el resto de territorios del Estado.
Frente a la depredación insaciable de otros nacionalismos que pecan de egoístas, el andaluz propone solidaridad y cooperación entre todos los pueblos estatales. Es este el nacionalismo andaluz en su mayoría, y desde esta base de solidaridad unida a la reivindicación de lo propio se debe construir ese proceso por el que la nación andaluza sea tenida en cuenta por todos los pueblos de España.
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