Cuando, en el Ideal Andaluz, dice: “mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano”, acaba de tirar por tierra todas esas teorías que hablan del regionalismo de este autor. Por supuesto, al menos en esta obra, no se ven evidencias claras de un sentimiento independentista en Infante, pero hablar de regionalismo es no sólo aventurado, sino que además supone una falta de respeto a su pensamiento que, repito, gustará más o menos, pero es igual de lícito y válido que el resto de ideas y posturas. Por tanto, ante estos políticos que dicen saber de todo pero hacen uso de la arbitrariedad y de algunas gotas de demagogia para adaptar a su propio pensamiento las teorías de otros, sólo cabe citar esa frase, en la que resaltan las palabras nacionalismo, andaluz y humano. Y es que, en esencia, el nacionalismo andaluz responde más a un sentimiento humano que a un aprovechamiento de las diferencias culturales de un colectivo para conseguir beneficios políticos sobre el resto, como pasa en otros casos.
Pues bien, a eso se refiere Blas Infante cuando habla del “nacionalismo humano”. Del sentimiento de ser andaluz. Se trata de que los políticos de turno no tergiversen su mensaje, ni para un sitio ni para otro. En el Ideal Andaluz, Infante se desvincula del independentismo cuando habla del “pugilato de las regiones”, en el que cada región tendría que pelear para enaltecer al máximo el nombre de España, y se desliga del regionalismo con la frase que protagoniza esta reflexión. Así que, por favor, respétenme a Infante. Digan si quieren que no les agrada, pero no manipulen su obra.